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lunes, 25 de julio de 2011

Relación SocioHistórica entre familia y estratificación Social

Introducción

Los procesos de desarrollo experimentados por la sociedad Latinoamericana, han configurado un patrón particular de modernidad, con efectos variados en los diversos componentes de la vida social, expresado en términos de la Estratificación Social en la configuración de sociedades altamente desiguales y asimétricas.

Estas asimetrías y desigualdades se han visto reflejadas en la enorme vulnerabilidad de las sociedades Latinoamericanas en todos sus niveles: i) a escala Social, por las características de economías capitalistas dependientes de las relaciones entre centro y periferia; ii) a escala de Hogares, en tanto es desde las familias desde donde preferentemente los sujetos son proyectados socialmente y encuentran protección social.

Esta alta desigualdad de la región está en la base sociohistórica de las sociedades Latinoamericanas, como bien lo detecta Medina Echavarría (1964), el cual señala que es en la Hacienda donde se forja un tipo específico de relaciones sociales y culturales. Sin adentrarnos mayormente en la hacienda, queremos rescatar una de las características que el autor señala como específicas de este patrón latinoamericano, es su base Familistica, es decir, que es desde las familias y las posiciones relativas de estas respecto del señor hacendal que los sujetos encuentran un lugar en la sociedad. Así la familia de este período se caracteriza por su carácter extenso y la base patriarcal (tanto los miembros dependientes son proyectados en función de la posición del padre, la cual hereda y amplifica a todo el resto de los miembros).

Las grandes teorías del cambio social y de la modernización han tendido a suponer que este papel de las familias decaería con el tiempo como resultado de una conjunción de procesos típicos del progreso, que traería como consecuencias la reducción de la base familiar, mutando a la forma de familias nucleares y una distribución mas equitativa del poder en su interior. Esta visión que entrelaza modernización con estructura familiar, tuvo amplias repercusiones, en tanto fortaleció un tipo de estructura familiar, como es la familia nuclear, que se presentaba como funcional al desarrollo (Olavarría 2002).

“La búsqueda por establecer a estos hombres en un lugar, crear las condiciones para que formaran sus propios núcleos familiares y se hicieran responsables de ellos, se daría en forma paralela a los requerimientos de una emergente demanda de mano de obra, también estable, por parte de la industria naciente (...). Las nuevas factorías requerían de una población trabajadora estable, responsable, que perseverara en el trabajo y tuviese necesidad de conservarlo. Estas condiciones se cumplirían con hombres que se identificaran con su empresa y estuvieran comprometidos con una familia que dependiera de ellos directamente y ante la cual fueran” (Olavarría 2002:58).

Es decir, que una de las estrategias de modernización y conformación de clases sociales, especialmente la trabajadora, paso por intervenir en el espacio familiar, siendo la familia nuevamente el lugar desde donde son posicionados socialmente los individuos.

Dos características han comenzado a transformarse en fenómenos extendidos en las últimas décadas en Latinoamérica, nos referimos específicamente al tema de las jefaturas femeninas y las uniones consensúales , que emergen como elementos distintivos de las nuevas subjetividades, expresadas en valores y comportamientos sociales, posicionándose como alternativas a los modelos tradicionales de vínculos familiares que caracterizó a las familias latinoamericanas decimonónicas (familia extensa) y en el período desarrollista (familia nuclear).

La mayor independencia y libertad respecto de la formación de la familia, ha implicado que aparezca como socialmente relevante estructuras familiares de larga data pero que por primera vez tienen reconocimiento público y legal, que son los hogares con jefatura femenina. Reconocimiento que va aparejado de la convicción de que este tipo de hogares se presentan como uno de los más vulnerables, en gran medida por la postergación social, económica y cultural que viven las mujeres en casi todos los ámbitos de la sociedad (United Nations, 2003).

Un ejemplo claro de lo antes expuesto es la importancia que como fenómeno cultural y demográfico que adquiere la jefatura familiar femenina, lo que habla de mayores márgenes de libertad y autonomía económica para independizarse de relaciones de pareja insatisfactorias, pero al mismo tiempo, se transforman en un foco de las políticas públicas, en tanto grupo vulnerable, por lo que hablamos de un reconocimiento de facto de este tipo de arreglo familiar por parte del Estado y la sociedad.

Numerosos estudios han constatado el aumento y relevancia de las uniones consensuales y el consecuente aumento de los nacimientos fuera del matrimonio (United Nations, 2003). Estos datos empíricos llaman a cuestionarse el sentido que ha adquirido la cohabitación entre los diversos estratos socioeconómicos, en tanto las profundas diferencias que existen entre los diferentes segmentos sociales en Latinoamérica respondan a las mismas causas.

De tal manera, las uniones consensuales son de larga data en el continente, ya que desde la colonia (Villablanca, 1993) este fue un tipo de arreglo común en los sectores ajenos a los círculos europeos y que se proyecta a nivel de los estratos populares, pero lo novedoso del fenómeno esta dado por que pasa a ser una estrategia (período de prueba) o alternativa al matrimonio en sectores medios y medios altos, que es un síntoma asociado a las transformaciones demográficas de segunda generación (United Nations, 2003) .

En los sectores medios y altos la cohabitación ha sido vista desde diversas ópticas, ya sea como una etapa de experimentación o prueba previa al matrimonio, o definitivamente como alternativa del matrimonio. En cambio en los sectores más postergados económicamente, la cohabitación se presenta como un modelo de larga data de estrategia ante contextos de precariedad económica, en especial bajo la figura de los allegados.

La familia así no es una estructura inmutable en el tiempo, esta ha cambiado a la par o a contrapelo de los fenómenos de transformación social de la región, es decir, la capacidad de evolución y adaptación de la estructura y los modelos culturales familiares permite plantear que sus formas actuales responden a un momento histórico de su evolución y no a una esencia o naturaleza intrínseca, es decir, que son fruto de determinadas condiciones históricas que han resultado en la morfologías que hoy aceptamos como normal.

Entonces, no es de extrañar que lo que entendemos por familia haya mostrado significativas variaciones de la mano con los cambios que ha experimentado el continente.

Pero como ya afirmamos anteriormente, la Familia sigue siendo el componente básico en el sistema social imperante (Luhmann, 1996) en nuestro continente, y a pesar de las profundas transformaciones acaecidas en la estructura familiar, no es de extrañar que siga operando como el activo social básico de los sujetos en Latino América, ya sea desde el punto de vista cultural, social y económico, en tanto sigue siendo considerada la familia como la Base de la Sociedad, debido a que en ella descansa en gran parte las proyecciones sociales y la protección de las personas en las diferentes etapas de sus ciclos de vida.

De esta manera la familia continúa siendo a nivel regional, un componente basal de la protección social, lo que habla de una continuidad y característica de la sociedad Latinoamericana. Así la familia ha operado como factor de ajuste ante los diversos escenarios adversos que ha experimentado la región, especialmente ante la postergación socioeconómica de determinados grupos sociales, los descalabros de las economías regionales y la reducción de la seguridad social.


La Familia como Espacio de Proyección Social

La pequeña descripción sociohistórica pone de relieve que la familia sigue operando como el espacio de estructuración social en Latinoamérica, lo cual muestra importantes repercusiones para entender la fisonomía de la estructura social de la región, en tanto la acumulación de activos y potencialidades, más que ser de carácter individual son bienes colectivos regulados por el parentesco y que se proyectan a través de sus miembros.

Esta idea de que la familia es una de las instituciones fundamental para comprender la posición social de los individuos fue planteada e investigada de manera extensa por Bourdieu, el cual plantea que el mundo social transita por la conformación de un "espacio de posiciones" de los sujetos, el cual es construido por ellos y a la vez son construidos por él, siendo éste el reflejo de nuestras "disposiciones", así estamos en el mundo como agentes reproductores de lo social.

Cuando habla de reproducción, implica que el mundo social no es de manera inmediata y para siempre el mismo, sino que éste es construido por los agentes de manera constante y cotidiana, y cómo estos agentes tampoco son siempre los mismos, el mundo social tampoco lo es. Así es el oficio de los agentes lo que crea el mundo social, el cual es el resultado de la acumulación de cuatro tipo de Capitales: Capital Económico; Capital Social; Capital Cultural y Capital Simbólico; los que de manera preferencial son distribuidos y proyectados desde la familia, y el resultado de estas combinaciones es el lugar que los actores ocupan en el mundo social.

Así "el origen social define las posibilidades de escolarización, determina modos de vida y de trabajo completamente diferentes y es, entre otros factores que intervienen en la configuración de la vida escolar, el único cuya influencia se irradia en todas las direcciones y alcanza todos los aspectos de la vida estudiantil, comenzando por el de las condiciones de existencia". (Bourdieu, 1995)

El origen social (handicaps culturales) opera en una doble dirección, una explícita, que es el conjunto de información, recursos económicos, recomendaciones, etc., y otra implícita, no menos relevante, que es la que dice relación con el capital cultural heredado, que se expresa en: comportamientos culturales, modos, hábitos culturales, aficiones, etc.

Así nos acercamos a un modelo de clase social para la sociedad contemporánea, el cual provienen de Bourdieu , que se basa en la circulación de capitales en el espacio de lo social, los que son definidos como:

1) Capital Económico: patrimonio financiero y monetario, recursos materiales, ingresos, etc.
2) Capital Social: conexiones y redes sociales provenientes de los mecanismos de socialización y relación social.
3) Capital Cultural: este capital se muestra en tres diferentes vertientes: a) Capital Cultural Encarnado: disposiciones metales y corporales de larga duración; b) Capital Cultural Objetivado: relativo a bienes culturales y, c) Capital Cultural Institucionalizado: nivel educacional.
4) Capital Simbólico: referido a la forma que adoptan los tres capitales antes mencionados una vez legitimados y reconocidos socialmente.

Tenemos de la siguiente manera, que no sólo es importante la base material y acumulación de capital humano, sino su legitimidad social (prestigio en Weber), lo que nos remite a dimensiones simbólicas, transformando dichos capitales en poder social.

De esta manera, en cualquier lugar que uno nazca (carácter histórico), está asociado a un cúmulo de capitales, y estos se estructurarán sobre la base de las trayectorias de los sujetos, los que configura un escenario dinámico en la composición y conformación de dichos capitales, así tenemos una doble tensión, que es la posición estructural de nacimiento con las motivaciones personales, lo que habla de la negociación constante en busca de legitimación social. Así la movilidad de los individuos es vista bajo esta teoría, en la óptica de las estrategias sociales y los mecanismos de reproducción.

En base a estas consideraciones, creemos pertinente que la familia reviste un significativo valor heurístico para comprender la fisonomía de las sociedades Latinoamericanas en términos de su estructura social y potencialidades de movilidad social. De esta forma la educación formal, tanto secundaria como universitaria, funciona en un modelo de reproducción social al amparo de la clase social de la cual el actor proviene.

Algunos Resultados de la Educación Chilena


Pese a que este año los resultados de la Prueba SIMCE mostraron un pequeño retroceso en la brecha entre colegios públicos y privados, en la Prueba de Selección Universitaria (PSU) de 2010 la diferencia entre ambos sistemas se mantenía.

Y es que la PSU volvió a reflejar una profunda diferencia entre educación particular pagada y la educación pública en nuestro país. Sólo el 57,8 por ciento de los alumnos de los colegios municipalizados obtuvieron un resultado superior al mínimo de 450 puntos, mientras que más del 94 por ciento de los estudiantes de la educación privada lo consiguió (Ministerio de Educación).

Los alumnos de los colegios municipalizados obtuvieron en promedio 457 puntos, en tanto aquellos de colegios subvencionados 489 puntos. Ambos sistemas de educación abarcan cerca del 90 por ciento de la cobertura escolar.

En los colegios particulares pagados el promedio en la PSU fue de 607 puntos.
El 45 por ciento de los mayores puntajes se concentraron en cinco comunas del país, que son también las de más altos ingresos y con los mejores colegios particulares. De los cien establecimientos que tuvieron mejores resultados, 95 de ellos son privados, tres subvencionados y sólo dos municipales.

Una muestra de cómo las condiciones socioeconómicas y culturales de las familias de los alumnos que rinden la PSU, operan como modelos de proyección de clase social. A mejor capital económico, social, cultural y simbólico, aumentarán las probabilidades de obtener un mejor resultado en la PSU y de acceder a carreras con una mejor expectativa profesional y con mejores remuneraciones.

Según datos de la Fundación Educación 2020: En el segmento del 75 por ciento de las familias chilenas que ganan menos de 250 mil pesos, uno de cada diez estudiantes logró, apenas, 600 puntos. Sólo el 47 por ciento de los alumnos de las escuelas municipales puede postular a universidades del Consejo de Rectores, contra el 91,4 de las escuelas particulares pagadas.

De los diez mejores colegios, sólo hay uno municipal, el Instituto Nacional.





Reseñas


P. Bourdieu, "In other words. Towards a reflexive sociology", Edit. Polity Press, Cambridge, 1995.

Max Weber,”Economía y Sociedad”, Fondo de Cultura Económica, México, 1944.

Niklas Luhmann, “Introducción a la Teoría de Sistemas”, Universidad Iberoamericana, México, 1996.

Sergio Fernández, “Sociología y Política Social en José Medina Echavarría”, Universidad de Murcia, España, 2003.

Hernán Villablanca, “Apuntes de Sociología”, Universidad de Chile, 1993.

José Olavarría, “Perspectivas de Género”, FLACSO, 2002.

CELADE-UNFPA-Cooperación Italiana. (2003). “Redes de apoyo social en América Latina y el Caribe”, Edit. CEPAL, Seminarios y conferencias, No. 30. Santiago.

CEPAL. (2003). “Panorama Social de América Latina”. Edit. CEPAL. Santiago.