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domingo, 5 de febrero de 2012

Aristóteles y su concepto de cuidadanía

Aristóteles y su concepto de cuidadanía
POR JULIO RIVERA


El análisis del concepto de ciudadanía es recurrente cuando se pretende discutir acerca de los niveles de participación ciudadana que existen en las democracias de hoy, y los movimientos ciudadanos que ponen en jaque el entramado institucional de las citadas democracias en variados lugares del mundo.

Primero hay que entender que el concepto de ciudadanía se encuentra en constante evolución, debido a los grandes cambios sociales, políticos y económicos ocurridos en el devenir de la historia.

No obstante, según Ferrajoli(1), los conceptos como derecho de gente, ius Pentium, soberanía, ciudadanía, tienen sus orígenes en los debates y reflexiones de teólogos y juristas españoles del siglo XVI, producto del diseño de las estructuras institucionales del nuevo mundo, consagrándose en los siglos XVII y XVII, como base del actual ordenamiento. Pero es durante la Revolución Francesa cuando tomará fuerza, al constituirse como bandera de lucha: citoyen frente a subdito. Los súbditos dejan de depender del Rey y se convierten en hombres con derecho, en ciudadanos y a partir de ellos se conforma el único sistema legítimo para gobernar el Estado, la Democracia.

Sin embargo, el concepto de ciudadanía fue tratado con anterioridad por Aristóteles, ya en el siglo IV A.C., incluso no se diferencia sustancialmente respecto del sentido de ciudadanía usado por los españoles y que obtuvimos como herencia.

Para adentrarnos en el análisis del concepto de ciudadanía en Aristóteles, es preciso abordar, en primer lugar, diferentes ideas, como la de Estado, derecho, derecho social y democracia, que establecen un marco conceptual para una mejor comprensión del tema.

En este trabajo se pretende tratar el concepto de ciudadanía, primero definiéndolo según los paradigmas modernos, para luego tratarlo desde el punto de vista aristotélico, estableciendo un paralelo entre ambas ideas. Finalmente realizaremos las respectivas conclusiones.

Ciudadanía, un concepto que evoluciona
El término ciudadanía tiene variados significados, hace referencia a un estatus que atribuye derechos y deberes, por otro, a un conjunto de ciudadanos que componen una Nación, excluyendo a los que no la componen, los extranjeros.

En la modernidad los teóricos del derecho natural consideran los derechos de la ciudadanía como derechos naturales y universales que corresponden por ser parte de una comunidad política.

Según Ferrajoli, el universo jurídico positivo de los derechos del hombre se funda con el ordenamiento interno del Estado, de tal manera que termina confundido con los derechos del ciudadano, y si bien la ciudadanía actúa en el interior del Estado, como base de igualdad, también supone un principio de discriminación y privilegio frente a los no ciudadanos, por que estos derechos universales están concebidos con normas de subordinación y exclusión: se es ciudadano frente al extranjero.

Marshal, uno de los teóricos de la ciudadanía, señala que “ciudadanía es un estatus que se concede a los miembros de pleno derecho de una comunidad”, que se construye sólo en la existencia de un Estado de bienestar liberal y democrático, que entrega condiciones de igualdad formal y que coincide con la consolidación del sistema capitalista (2).

Durante la segunda mitad del siglo XX, en Europa se producen importantes cambios sociales, políticos e institucionales, llegando a conformarse el Estado de Derecho Social. La Ley Fundamental de Bonn (1949) es la primera constitución que define el Estado como “democrático y social”.

En la década de los cincuenta se consolida este tipo de Estado, al amparo del modelo comunitario, que entiende la igualdad humana básica asociada al concepto de pertenencia plena de una comunidad.

La noción marshaliana de ciudadanía se produce en un contexto histórico donde las presiones migratorias no tenían la importancia de hoy en día, que han provocado quejas por parte de movimientos ciudadanos con plenos derechos en países ricos que han visto resentidas sus economías por causa de estos fenómenos.

Actualmente, se han hecho sentir diferentes movimientos ciudadanos en todo el mundo, que abogan por una mayor participación en la toma de decisiones por parte de los gobiernos en el manejo de los estados: primavera árabe, en Oriente Medio; indignados en España; movimiento estudiantil en Chile.

Seguramente, cada movimiento está inmerso en una dinámica propia y atiende a su propia realidad, pero es indudable que junto al uso de las actuales tecnologías de la información, comparten la necesidad de una mayor inclusión en sus diferentes formas de gobierno, o dicho en otras palabras, de un fortalecimiento de los derechos ciudadanos.

Ciudadanía en el Concepto Aristotélico.
Cuando se estudia cualquier concepción aristotélica, es fundamental comprender su concepto de Estado, que se constituye como eje de su discurso. Según Aristóteles, la naturaleza misma del hombre pone de manifiesto la incapacidad de éste para vivir aisladamente, así como su necesidad de mantener relaciones con sus semejantes en todos los momentos de su existencia. A partir de este paradigma se hace necesaria la creación de una organización compleja llamado Estado.

En el Estado el individuo es solicitado por las leyes y por las instituciones políticas; y en el Estado el individuo goza de derechos que lo convierten en ciudadano pleno.

La condición de ciudadano no aparece de por si lógica o sencilla, siendo la mayoría de las veces una cuestión controvertida y que depende fundamentalmente del tipo de gobierno que dirige un Estado.

En la concepción aristotélica “es un ciudadano el individuo que puede tener en la asamblea pública y en el tribunal voz deliberante”, aclarando que sólo el hecho de poder acudir a un tribunal como demandante o demandado no constituye la condición de ciudadano, que puede ser mandado mediante un contrato. Un ejemplo son los extranjeros que pudieran ser demandados pero que no poseen la condición de ciudadanos.

Según Aristóteles, sólo en la democracia se pueden ejercer los derechos plenos como ciudadano, cuando la mayoría de las veces en diferentes formas de gobierno, tanto las asambleas como los tribunales, son elegidos a dedo y tienen poca permanencia en el tiempo.

Los esclavos expresamente no poseen la condición de ciudadanos, tampoco las mujeres.

Los jóvenes que no han llegado a la edad de inscripción cívica, y los ancianos que han sido ya borrados de ella, aunque son ciudadanos, se encuentran en una posición que les impide ejercer pleno goce de sus derechos, los primeros como ciudadanos incompletos, los segundos como ciudadanos jubilados. En una situación similar se encuentran los ciudadanos declarados infames y los desterrados, quienes tampoco pueden ejercer goce de sus derechos.

En la Grecia clásica, cuna de la civilización occidental, se establecieron los fundamentos de la democracia moderna y también de la ciudadanía, cuando se funda el concepto de Estado y se establecen los derechos y deberes que de el se atienden.



Conclusiones

Hoy, el concepto de ciudadanía es fundamental cuando se habla de democracia y del pleno uso de los derechos que de ella se derivan. Existe un principio de acuerdo cuando se sostiene que el concepto está en constante evolución, mientras los Estados también lo están.

La ciudadanía que se goza en la actualidad es muy diferente de la que se gozó a principios del siglo XX, o incluso en los tiempos de la Grecia clásica.

Sin embargo, existen algunas ideas que han acompañado al concepto de ciudadanía, desde Aristóteles.

Primero; está ligado al concepto de Estado, porque es en el donde se hace uso de los derechos que provienen del estatus de ciudadano.

Segundo; aunque la condición de ciudadano se puede presentar en diferentes formas de gobierno, es en la democracia donde se desarrolla de mejor forma.

Tercero; la ciudadanía también implica obligaciones frente a la sociedad y el Estado, el no cumplimiento de ellas puede hacer perder el estatus de ciudadano y el goce de sus derechos.

Cuarto; aunque el concepto tiene una naturaleza inclusiva, su origen es altamente exclusivo, cuando siempre ha hecho hincapié en el cumplimiento de ciertos requisitos para la obtención de dicho estatus, como no ser extranjero, esclavo, mujer o menor de edad. Algunos de estos requisitos se mantienen hasta el día de hoy.

Finalmente y como corolario, cabe destacar nuevamente, que el concepto de ciudadanía se encuentra en constante evolución, dependiendo del contexto histórico en el cual se aborde. Sin embargo, a lo largo del tiempo, mantiene ciertas ideas, como: su dependencia de la constitución de un Estado; de la necesidad de una democracia para su pleno goce; y de sus rasgos tanto incluyentes, como excluyentes, al permitir el goce de sus derechos por parte de algunos y de impedirlo para otros, motor de constantes conflictos sociales.


Reseñas
1. Ferrajoli L. “La Conquista de América y la doctrina de la soberanía exterior de los Estados”. Barcelona, Paidós, 1996.

2. Marshal T.H. “Citizenship and social class”. London, 1992. Traducción española de Pepa Linares: Ciudadanía y clase social. Madrid, Alianza Editorial, 1998.

3. Aristóteles. “Política”. Libro Tercero. s/f

1 comentario:

Cristian dijo...

Me interesa aprender acerca de Chile y su relación con el periodismo. En este momento acabo de ir a comprar mis Pasajes a Santiago de Chile desde Buenos Aires asi puedo disfrutar del país vecino